dimecres, de juny 25, 2008


Caperucita y los tres cerditos


Había una vez una niña a quien llamaban Caperucita. Era alta, rubia, con los ojos azules y... de tipo, no es que estuviera nada mal. Un día su madre le dijo que llevara las pastas, que había hecho con tanto cariño, a la abuela y que pasara por la farmacia a comprarle las pastillas para el Alzheimer. Y añadió:
_Acuérdate de esconderlas entre las pastas porque si no no se las tomará.
Cuando Caperucita salió de casa, en vez de ir a la farmacia, se fue a dar una vuelta por el bosque. Allí se quitó la caperuza. Pensó que estaba más guapa sin ella ya que así podría lucir su bella melena catorceañera.
Mientras atravesaba el bosque para ir a casa de su abuela se encontró con el lobo.
_¿Dónde vas, Caperucita?-Dijo el lobo
_Voy a casa de mi abuela que está enferma. Vive en la cuidad pero no me da la gana de ir a verla, y me he pasado por aquí para dar un paseo.
_¿Te quieres venir conmigo de fiesta?
_De acuerdo, porque a mi abuela no la aguanto. Con la enfermedad que tiene es muy pesada.
_Dicho y hecho. ¡Venga, vámonos! Nos lo pasaremos en grande.
Y el lobo y Caperucita se fueron a la fiesta con mucho anhelo.
Por el camino, Caperucita le preguntó al lobo:
_Por cierto, ¿dónde vamos?
_Vamos a una cabaña en medio del bosque.
Lo que Caperucita desconocía eran las intenciones ocultas del lobo.
_¿Puedo invitar también a unos amigos míos? –preguntó Caperucita.
_¡Sí, sí! _dijo el lobo, y pensó “¡Cuántos más seremos... más comeremos! Bueno... sólo comeré yo. ¡Ja, ja, ja!”.

Y Caperucita llamó a sus amigos, los tres cerditos, que aceptaron encantados. Caperucita y el lobo se dirigieron a la fiesta.
Al cabo de un rato, los tres cerditos aparecieron por la cabaña y se encontraron a Caperucita y al lobo que se lo estaban pasando muy bien, bailando y comiendo. Al verlos, los cerditos también empezaron a bailar.
El lobo, aprovechando que estaban entretenidos, puso en marcha su plan. Pretendía atraparlos con unas cuerdas que tenía colocadas en cada extremo de la habitación como si fuera una trampa hecha por un buen cazador.
Cuando llegó el momento idóneo, el lobo tiró de una cuerda y los cerditos y Caperucita quedaron atrapados.
_Adiós, pardillos. Voy a comerme a la abuela. Después ya vendré a por vosotros _dijo el lobo.
Cuando los presos escucharon eso, se dieron cuenta de lo que estaba pasando pero la astucia de los tres cerditos los llevó a esperar a que el lobo se fuera para liberarse con la ayuda de unas navajas.
Los tres cerditos eran policías y por eso las llevaban siempre encima ya que en su comunidad las preferían a las pistolas. Creían que eran menos violentas.
_¡Sois geniales, chavales! ¡Vamos a por la abuela ! _exclamó Caperucita.
Y así lo hicieron.
Cuando llegaron a la casa de la abuela, el lobo, sorprendido, dijo:
_¿Cómo os habéis desatado?
_¡Eso no viene al caso! ¡Devuélveme a mi abuela!
_¿No decías que con su enfermedad no la soportabas? _Replicó el lobo.
_Me da igual lo que haya dicho. ¡Es familia mía y la quiero!
_Pues entra en mi boca y búscala _mintió el lobo.

El tono burlón del comentario del lobo llevó a los tres cerditos a dudar de sus palabras e hicieron una seña a Caperucita para que lo siguiera distrayendo.
Así fue. Caperucita siguió discutiendo con el lobo.

Y de esta manera acaba la historia:
Los tres cerditos encontraron sana y salva a la anciana, detuvieron al lobo y Caperucita empezó a valorar mucho más a su abuela. A pesar del Alzheimer la quería con toda el alma.

¿Os acordáis?
Este cuento elaborado cooperativamente durante el tercer trimestre del curso 06-07, entre todo el grupo de 1º ESO C en clase de L. Castellana:

-Germán González
-Edgar Valls
-Clàudia Gorrera
-Núria Busom
-Ariadna Griso
-Gemma Sonet
-Jenny Cueli
-Sebastián Hernández
-Joan Forcades
-Ivan Mariscal
-Àlex Esplugues
-Raül Solà
-Míriam Gil
-Gemma Sabaté
-Ricard Ribes
-Albert Troyano
-Helena Blanch
-Berta Treig
-Sara Tomalà

Helena Blanch es la autora de la ilustración.